UNA FIGURA ILUSTRE DE SAN NICOLÁS DEL PUERTO:

DON ANDRÉS AVELINO ESTEBAN ROMERO

        

 

        

       Creo que prácticamente desde siempre he oído hablar, sobre todo dentro de mi entorno familiar, de don Andrés Avelino Esteban Romero, sin duda uno de los más relevantes hijos de San Nicolás del Puerto a lo largo de su historia. A partir de estos primeros (y muy fragmentarios) conocimientos, la curiosidad me ha ido llevando a investigar un poco sobre él, hasta el día de hoy, en el que por fin, medianamente documentado, me atrevo a escribir estas breves líneas para dar a conocer su nombre, ya casi completamente olvidado en su población natal.

      Andrés Avelino Esteban Romero nació en San Nicolás del Puerto, el 10 de diciembre de 1910. Creo que ya no quedan familiares suyos en nuestro pueblo. No obstante, todavía existen personas en San Nicolás que lo recuerdan, y que incluso fueron bautizadas por él. He conseguido también averiguar que sus padres eran de condición humilde (al parecer, su padre era carpintero), lo que sin duda supondría un obstáculo prácticamente insalvable, en aquella época, para que pudieran desarrollarse sus condiciones intelectuales accediendo a estudios académicos. No obstante, y gracias a la ayuda de personas pudientes relacionadas con la familia del joven Andrés Avelino, que  percibieron en él a un talento en ciernes (personas entre las que me honro en citar a mi propio abuelo, Manuel Sánchez Bermejo), pudo acceder a estudios de bachillerato en Sevilla, ingresando, dada su vocación religiosa, en el Seminario Diocesano hispalense. También en este centro eclesiástico se apercibieron de su valía, y así, fue escogido para que completara sus estudios en el Colegio Español de Roma, obteniendo en esta ciudad, en la Universidad Gregoriana, el grado de doctor en Teología y Filosofía.

     Ya ordenado sacerdote, ofició también su primera misa en Roma, volviendo en 1936 a Sevilla, donde ejerció su ministerio en la parroquia de San Nicolás, siendo asimismo capellán del Colegio del Santo Ángel.

     Tres años después, siendo ya bibliotecario de la prestigiosa Biblioteca Capitular Colombina y profesor del Seminario Metropolitano (del que llegó a ser Rector), don Andrés Avelino Esteban Romero publica una de sus primeras y más importantes obras: Don Fernando Colón, Su personalidad literaria. Repertorios bibliográficos y manuscritos (Publicaciones Diocesanas, Sevilla, 1939) interesante estudio, con prólogo del Director del Archivo de Indias don Cristóbal Bermúdez Plata, sobre la figura del ilustre hijo de Cristóbal Colón y el inventario de su biblioteca y archivo, que se conservan en Sevilla.

  En una reciente publicación (Historia de las bibliotecas Capitular y Colombina, de Juan Guillén -Fundación José Manuel Lara, Sevilla, 2006-), se habla así de nuestro paisano, en relación con la obra citada: “Don Andrés A. Esteban, que fue bibliotecario de la Catedral, se fija en la capacidad de síntesis de don Hernando: <<Bien podemos añadir que estos volúmenes son el monumento más preclaro a la erudición singular y competencia de Colón. Basta recorrer algunas de sus <<proposiciones>> para ver la diversidad de materias que abarcan y la exactitud con que las comprendía>>

Las actividades eclesiásticas y literarias de don Andrés Avelino fueron desarrollándose en Sevilla durante los siguientes años, hasta que en 1949 se trasladó a Madrid, donde fue profesor de la Escuela Oficial de Periodismo, ocupando además otros importantes cargos, como censor y asesor religioso del Ministerio de Información y Turismo y de la Escuela Superior de Arquitectura, secretario del Instituto Francisco Suárez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y Consiliario de la Hermandad de Inspectores de Enseñanza Primaria. Posteriormente vuelve a Sevilla, donde transcurren sus últimos años, ocupando otros cargos, como el de Director del Centro de Estudios Isidorianos y desarrollando su labor apostólica y cultural.

         Aparte del ya citado estudio sobre Fernando (o Hernando) Colón, nuestro paisano publicó a lo largo de su vida otras obras, siempre dentro del campo filosófico-teológico o del estrictamente apostólico. Así, los ensayos Grito de alerta (Euroamérica, S.A., Madrid, 1955), Sacerdotes y seglares (Euroamérica, S.A., Madrid, 1956), y Juan XXIII y las iglesias ortodoxas (Sociedad de Educación ATENAS, S.A., Madrid, 1961). Publicó además artículos y trabajos cortos en distintas revistas, periódicos y publicaciones de religión o de filosofía, como la famosa revista filosófica CRISIS (1954-1975). Los mismos títulos de algunos de los artículos editados en estas revistas nos prueban que las inquietudes intelectuales de don Andrés Avelino Esteban Romero profundizaban en los temas más palpitantes, polémicos y significativos de la religión y la filosofía de la época: así su artículo El Padre Teilhard de Chardin, ¿científico optimista y teólogo pesimista? (CRISIS, nº 33-36, 1962) o El porvenir del hombre europeo y la moral (CRISIS, nº 37-40, 1963). También en la no menos prestigiosa ARBOR (revista general de investigación y cultura) aparecieron sus trabajos, como los estudios Teología del laicado: introducción a su problemática (ARBOR, nº 99, 1954), El decreto conciliar sobre el ecumenismo y sus aportaciones al problema unionista de las Iglesias (ARBOR, nº 232, 1965) y A propósito del decreto de ecumenismo (ARBOR, nº 237-238, 1965).

 E incluso en Internet podemos todavía rastrear y encontrar su nombre y sus escritos, en concreto una documentada reseña (silueta hagiográfica, la llama don Andrés Avelino) sobre San Diego, en la que se resaltan los valores de  nuestro Santo e incluso se expone y defiende la idea de trasladar sus restos desde Alcalá de Henares a San Nicolás del Puerto.  Don Andrés Avelino escribió la citada reseña para el Año Cristiano (Editorial Católica, Madrid, 1960), y actualmente aparece en varias páginas de la Red.

La vida de don Andrés Avelino Esteban Romero se extinguió tempranamente, el 1 de septiembre de 1967, cuando aún no había cumplido los cincuenta y siete años. No obstante esta prematura desaparición, su figura ocupa un lugar entre las de primer orden, dentro del campo de la cultura y de la religión en la Sevilla y la España de su época. En su edición del día 2 de septiembre de 1967, el diario sevillano El Correo de Andalucía recogía en primera plana la noticia de su muerte, con el siguiente suelto:

 

HA MUERTO DON ANDRÉS AVELINO ESTEBAN ROMERO

A mediodía de ayer murió en nuestra ciudad el sacerdote sevillano don Andrés Avelino Esteban Romero. Desde hacía seis meses venía padeciendo una dolorosa enfermedad que le impidió dedicarse al intenso apostolado que durante toda su vida ejerció en los diversos cargos que ocupó tanto en Sevilla como en Madrid.

El cardenal arzobispo de Sevilla, doctor Bueno Monreal, acudió a la casa del sobrino del finado, lugar del óbito, donde rezó un responso y acompañó algún tiempo a los familiares.

Hoy, a las 10 de la mañana, en la parroquia de San Eugenio y Santa María de las Flores (Pío XII), tendrán lugar las honras fúnebres.

 

En el mismo número de El Correo de Andalucía, ya en página interior, se insertaba una extensa reseña biográfica sobre nuestro ilustre paisano, reseña que me ha servido como fuente básica de información a la hora de escribir este artículo. En ella se hace mención explícita al nacimiento de don Andrés Avelino en nuestra localidad y, entre otras cosas, se dice lo siguiente:

 

Vano sería dar una relación de las actividades de don Andrés. Fundadas éstas en una sólida preparación, desde sus brillantes estudios en la Universidad Gregoriana de Roma, raro fue el campo donde no llegara su actuación. En tres aspectos la examinaremos: como teólogo, como formador de conciencias y como apóstol.

 

         Y, más adelante:

 

Su labor no se limitó al templo. Las conferencias públicas fueron repetidas y seguidas con el mayor interés. Pero una faceta del sacerdote difunto la recogemos con especial cariño y relieve. Su gran labor como periodista, tratando con hondura los temas candentes y actuales. En la memoria de todos está su ejemplo.

 

         Para terminar la reseña con el siguiente párrafo:

 

No nos resta sino destacar la resignación ejemplar en la hora de la enfermedad y muerte y la sencillez y humildad de su persona, cual cuadraba al verdadero sabio y hombre de Dios. Que Este haya acogido en su seno misericordioso al que tan constante propagador fue de su fe y de la doctrina de su Iglesia.

 

Con fecha del domingo día 3 de septiembre de 1967, el diario ABC de Sevilla recogía la noticia de las exequias fúnebres de don Andrés Avelino, en la siguiente necrológica:

 

DON ANDRÉS AVELINO ESTEBAN

Ayer, a las 10 de la mañana, tuvo lugar el sepelio de los restos mortales de don Andrés Avelino Esteban Romero, virtuoso sacerdote y director del Centro de Estudios Superiores Eclesiásticos <<Isidorianum<< de Sevilla, constituyendo el acto una muy sentida manifestación de pesar.

Desde la casa mortuoria fue trasladado el cadáver al templo parroquial de San Eugenio y Santa María de las Flores, donde fue oficiada la misa de <<corpore insepulto>>, y, seguidamente, conducido al cementerio de San Fernando, para recibir sepultura. Al sepelio concurrieron dignidades eclesiásticas, amigos del finado y antiguos feligreses.

 

Por último, es de destacar también el texto contenido en las esquelas mortuorias aparecidas en ambos periódicos, ya que nos ilustra sobre el gran reconocimiento público que distinguía la figura y la obra de don Andrés Avelino:

 

PRESBÍTERO, DOCTOR EN FILOSOFÍA Y SAGRADA TEOLOGÍA, EN POSESIÓN DE LA ENCOMIENDA DE ALFONSO X EL SABIO Y DE CISNEROS Y CRUZ DE HONOR DE SAN RAIMUNDO DE PEÑAFORT, SECRETARIO DEL INSTITUTO FRANCISCO SUÁREZ DEL CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS, DIRECTOR DEL CENTRO DE ESTUDIOS SUPERIORES ECLESIÁSTICOS <<ISIDORIANUM>> DE SEVILLA

 

Asimismo, las citadas esquelas nos proporcionan algunos datos sobre su familia, compuesta, en aquel ya lejano año de 1967, de una hermana, sobrinos (sin especificar el número) y sobrinas políticas.

 

Como decía al inicio de estas líneas, la figura de don Andrés Avelino Esteban Romero está hoy prácticamente olvidada en su pueblo natal, San Nicolás del Puerto. A vuelapluma, sólo recuerdo ahora, como reconocimiento explícito de su nombre, la mención que hace de él, como hijo ilustre de la localidad, Jerónimo Pou Díaz, en su obra Sevilla a través de sus pueblos (Editorial Católica Española, S.A., Sevilla, 1971), en el capítulo dedicado a San Nicolás.

 

Creo sinceramente que eso es bastante poco. Aunque ya no estemos en aquella España del nacional-catolicismo, en la que la religión católica imperaba socialmente de un modo preponderante e incluso abusivo, y atravesemos ahora en nuestro país una época de claro laicismo, San Nicolás del Puerto no puede permitirse el lujo de olvidar por completo a uno de sus hijos más relevantes, y que forma ya parte de su historia, más allá de ideologías religiosas o políticas. Por ello, y mediante las presentes líneas, propongo modestamente a nuestro Ayuntamiento que tenga a bien reconocer de algún modo su nombre, por ejemplo (y sólo es una idea) dedicando una calle a don Andrés Avelino Esteban Romero, cosa que actualmente parece bastante factible, dados los recientes cambios urbanísticos de nuestro pueblo y la construcción de nuevas barriadas. En todo caso, ofrezco el pequeño archivo de datos, libros y demás documentos que poco a poco he ido reuniendo sobre don Andrés Avelino por si pueden ser de utilidad para que su figura y su obra tengan en nuestro pueblo el reconocimiento que sin duda merecen.

 

Manuel Sánchez Chamorro

 

 

 

NOTA.- Quiero agradecer desde aquí la inestimable ayuda de nuestra querida paisana Dª Carmen Carmona Fernández a la hora de escribir este artículo, asesorándome muy valiosamente con sus recuerdos sobre don Andrés Avelino Esteban Romero y su familia.